Sobre el miedo

PLAGA Y MIEDO

Dice una leyenda que un hombre cruzaba el desierto y encontró dos personajes en su camino. Sus nombres eran Miedo y Plaga. Éstos le dijeron que se dirigían a una ciudad donde se proponían matar a diez mil personas. El hombre preguntó a la Plaga si sería ella la que se encargaría de matarlas a todas. Plaga sonrió y dijo:

- "No, yo sólo mataré algunos centenares. Mi amigo Miedo se encargará del resto"


LA GAVIOTA VALIENTE

En la costa irlandesa, vivía una gaviota de nombre Jane. Era una gaviota sana, atractiva e inteligente... pero no sabía volar. Su familia había muerto en una fuerte tormenta y nadie le había enseñado a volar. Ella había intentado aprender imitando a otras gaviotas. Corría por el suelo y aleteaba saltando, intentado alzar el vuelo, pero no pasaba nada y las otras gaviotas se reían de sus intentos.

Después de muchos intentos, comenzó a pensar que nunca lo conseguiría. Un día fue a la cima de un acantilado y saltó. Cayó desde lo alto sin conseguirlo y lastimándose.

Algunas gaviotas se compadecieron e intentaron cuidarla. Eso la hacía sentir todavía más abatida que nunca, se sentía incompleta e incompetente.

Un día paseaba cabizbaja por la playa y una voz surgida de un nubarrón en el cielo la llamó:

- ¡Jane!

Ella asustada se escondió detrás de unos peñascos, pero la voz seguía llamando:

- ¡Jane! ¡Jane!

Era la voz de su padre y tímida salió de su escondita para dejarse ver mejor:

- ¿Quieres volar, Jane?

Ella asintió moviendo la cabeza y se esforzó por que sus patas dejaran de temblar. La voz de su padre prosiguió como un trueno:

- Debes ir a la cima del monte de las tormentas, la montaña más alta y difícil de toda la isla. Allí encontrarás la solución a todos tus problemas. Ve sin tardanza, allí encontrarás tu mensaje.

Y la nube se deshizo con el viento.

Jane se puso en marcha, preguntó a su vecindad donde estaba la montaña de las tormentas y se puso en camino. Sus amistades asustadas decidieron acompañarla un trecho, ninguna gaviota había subido a aquella temible montaña. Pronto, cuando los truenos retumbaban cerca del camino, Jane se quedó sola. Ante su reto. Día tras día se acercaba a su objetivo. Habían intentado disuadirla, pero ella estaba resuelta a llegar a la cima.

Un día de tormenta horrible Jane llegó a la cima y en un espejismo vió a su familia y de nuevo la voz:

- Lo has conseguido, Jane.

Esta vez, aquella voz no la atemorizaba tanto. Había conseguido escalar la montaña con mucho esfuerzo. Pero se había propuesto llegar y allí estaba.

- Jane, nadie confiaba en que pudieras llegar aquí. Tú no tuviste dudas y aquí estás. Han sido muchas las dificultades: frío, calor, lluvia, tormenta... Pero nada te hizo titubear. Volar es lo mismo. Tu sabes que puedes volar, sin embargo dudas y por eso no alcanzas tu objetivo. No dudes, vuela. Aquello que desees de corazón, puedes conseguirlo.

Jane se acercó al precipicio. Esta vez no miró abajo, fijó la vista en el horizonte y pensó: "Puedo volar, puedo volar, puedo volar..." y sin pensarlo, miró hacia abajo y... ¡estaba volando! ¡Jane estaba volando!

Estaba tan concentrada pensando en que podía volar que el miedo y la duda se quedaron atrás. Tenía su propia técnica y las clases que muchas gaviotas le habían dado de vuelo, no le servían de nada. Ahora era ella y un mundo por recorrer.

Recogido y adaptado de l'Ecologia Emocional, J. Soler i M. Conangla (pág. 126)

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