Hijos del Monzón


"Avalancha de basura mata a más de 200 personas en Filipinas"


[...] El gobierno culpa de la tragedia a las lluvias del Monzón., que han debilitado los cimientos de una inmensa montaña de desperdicios de 30 metros de altura en el Distrito de Payatas, donde más de 80.000 personas viven alrededor del mayor vertedero del país. El problema no es que toda esa gente estuviera viviendo junto la basura porque no tenía otro lugar donde hacerlo. El problema es, simplemente, que ha llovido demasiado.
Pág. 72


La localización es inmejorable, a tan sólo cinco minutos del Dalai Lama.

[...] La ciudad vive un constante debate entre la necesidad de cambiar las viejas tradiciones que los exiliados trajeron en la maleta y la de la modernizarse para evitar los peligros de la desaparición. Esa encrucijada que tarde o temprano ha ido atrapando a muchos pueblos, es más urgente en el caso de los tibetanos porque su cultura está siendo aniquilada en el Tíbet y no queda mucho tiempo, tienen que decidir qué dejan atrás y qué se llevan en su viaje para salvar su nación. Algunos mayores, por ejemplo, piensan que el fútbol debería estar prohibido. Les ocurre como a los primeros monjes de los reinos budistas del Himalaya que asistían horrorizados a la introducción del fútbol por los europeos porque veían en el balón la cabeza del Buda. Los jóvenes, en cambio, ven en ese mismo balón una seña de identidad y sueñan con alcanzar el equipo nacional del Tíbet, vetado por los chinos de todas las competiciones internacionales pero que de vez en cuando participa orgulloso en partidos amistosos.
Pág. 169

Cuando los mongoles se conectan a la televisión no ven el progreso en EE.UU. o Europa, sino el reflejo de su propio retraso. La pantalla muestra un falso mundo de abundancia que parece indicar que los mejores pastos se encuentran, en realidad, en la ciudad, donde la leche fermentada de yegua se puede conseguir con sólo cruzar la calle y entrar en una tienda.

[...] La televisión cambia la percepción de la felicidad de los mongoles. Sus deseos, necesidades y ambiciones se transforman. Las adolescentes quieren la piel clara, el cabello brillante y una cintura de avispa. Le piden a su padre champú y mascarilla para la piel. Lloran porque no pueden se como las chicas de las televisión. Los jóvenes ya no aspiran a hacerse cargo de los animales y cabalgar las estepas, no buscan imitar a sus padres. Prefieren un trabajo en la ciudad. La televisión ha despertado en ellos sueños nuevos y desconocidos. A menudo, falsos también.
Pág. 195-196

Como en todas las dictaduras, su tiranía ha ido carcomiendo a la sociedad hasta envenenarla. [...] La población es vigiladaconstantemente, pero nadie sabe quién vigila y es ese anonimato el que se encarga de extender la desconfianza. La duda permanente sobre el otro aumenta el temor a alejarse del rebaño, desmarcarse, porque la amenaza no está en ningún sitio y está en todos a la vez.
Pág. 250

Hijos del Monzón, David Jiménez

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